Hygge, filosofía de la felicidad

Disfrutar de las pequeñas cosas que nos hacen sentir bien.

Hygge es tomar una taza de té caliente sentado en el sofá frente a la chimenea una fría noche de invierno. O pasar una tarde acariciando al perro y leyendo un libro. También es una sabrosa comida casera con una larga sobremesa en compañía de buenos amigos o familiares. O la ceremonia de darse un baño sin prisas, a la luz de las velas, escuchando música y dejando pasar el tiempo. O meter los pies en el mar. O tomar el aperitivo al aire libre. O desayunar en la cama.

Hygge es todo eso y mucho más. Es cualquier pequeña cosa que nos haga sentir en casa y conectar con nosotros mismos. A veces traducida como “lo acogedor”, hygge es una expresión danesa que evoca las pequeñas cosas cotidianas que nos hacen felices. Y eso no es poca cosa, teniendo en cuenta que Dinamarca es, según la clasificación que elabora anualmente la ONU en su World Happiness Report, el país del mundo en el que sus habitantes son más felices.

La filosofía hygge pone el acento en los planes sencillos, la comodidad, los productos de calidad, los alimentos sanos, la buena compañía, el contacto con la naturaleza, la tranquilidad y el silencio. Muchos la consideran una actitud general ante la vida que favorece el bienestar y nos ayuda a estar en contacto con nosotros mismos y nuestro entorno.

Así lo explica Meik Wiking, director del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, en su bestseller Hygge, la felicidad de las pequeñas cosas, un libro que ha puesto de moda alrededor del mundo esta palabra danesa.

Al provenir de Dinamarca, donde el clima es muy frío, abunda la madera y se pasa mucho tiempo en casa, se ha relacionado lo hygge con el invierno y los planes domésticos, pero esta filosofía se adapta a cualquier clima, circunstancia y preferencia personal. Dar un paseo en bici, tomar un helado, la brisa del mar o una cena en la terraza una noche de verano también pueden ser hygge. En el fondo, no se trata más que descubrir qué pequeñas cosas nos hacen felices y ser capaces de detenernos a disfrutar de ellas sin prisas, sin ansiedad, sin remordimientos y, a ser posible, en compañía de seres queridos. Eso es hygge, y puede significar algo distinto para cada persona.