Pepe “El Mallorquín”

El último pirata del Caribe nació en Mallorca y puso en jaque a españoles e ingleses en aguas de Cuba.

José Rives (o Ribes, no se sabe a ciencia cierta) nació en Mallorca en la segunda mitad del siglo XVIII. Como muchos de sus coetáneos, cuando tuvo edad suficiente decidió embarcarse para hacer fortuna en Cuba, que en aquella época era colonia española. Se instaló cerca de la Habana, en Batabanó, el puerto pesquero más importante del sur del Cuba. Por allí transitaban los barcos españoles e ingleses en sus viajes de ida y vuelta a sus colonias americanas.

Cerca de allí, dominando el Golfo de Batabanó, se encuentra la Isla de Pinos, la segunda mayor del archipiélago cubano. Allí fue donde José, a quien todo el mundo llamaba por su diminutivo, Pepe, instaló su cuartel general cuando decidió dedicarse a la piratería, ya que era tierra de nadie y escapaba a la autoridad colonial española. Pero, sobre todo, su ubicación estratégica le permitía controlar las aguas del sur de Cuba y todo el tráfico marítimo de la zona.

Pronto se hizo con una goleta a la que bautizó como ‘La Barca’, y la dotó de un cañón y una tripulación de 40 hombres reclutados entre los pescadores de Batabanó, junto a los cuales se convirtió en el terror de las naves españolas e inglesas que transitaban por esas aguas. Poco a poco, la flotilla de ‘El Mallorquín’ fue creciendo hasta formar un pequeño ejército naval.

Al mismo tiempo, Pepe consiguió el favor y el aprecio de los habitantes de la Isla de Pinos, ya que su presencia ahuyentaba a los corsarios y piratas provenientes de las colonias inglesas de Islas Caimán y Jamaica, que tradicionalmente habían atacado la isla, garantizando seguridad y libertad de movimientos a las embarcaciones isleñas. Así, cada vez que ‘El Mallorquín’ regresaba, siempre victorioso, de sus tropelías, era recibido con júbilo y honores como ‘Protector de la Isla de Pinos’.

Las autoridades inglesas, hartas de los continuos ataques a sus barcos, decidieron poner fin al asunto movilizando a una parte de la que era la armada más poderosa del mundo. En varias ocasiones, la astucia de ‘El Mallorquín’ consiguió vencer al poderío naval británico, hasta que finalmente Pepe cayó, su flotilla fue hundida y sus hombres abatidos. Durante la última batalla, Pepe ‘El Mallorquín’ disparó tantas veces que su trabuco le estalló en las manos y perdió una de ellas. Ello no le impidió escapar, vendándose él mismo su muñón, para llegar hasta su casa en Isla de Pinos, donde murió en brazos de su mujer.

Con él murió el último pirata del Caribe, y quedó atrás un mundo que ha servido de inspiración para numerosas historias, novelas y películas de aventuras.